Brasil apunta a China para transformar 40 millones de hectáreas en tierras agrícolas

Brasil lanzó un ambicioso programa para recuperar 40 millones de hectáreas de pastos degradados en los próximos diez años y convertirlas en tierras agrícolas productivas, en un proyecto que busca atraer inversión extranjera, especialmente de China. La iniciativa, promovida por el Ministerio de Agricultura y Pecuaria (MAPA), apunta a expandir la frontera agrícola sin impactar bosques naturales.

La primera fase del programa contempla la rehabilitación de 3 millones de hectáreas, con un financiamiento de aproximadamente 30.200 millones de reales (unos 5.500 millones de dólares). Estos fondos se distribuirán entre distintos biomas brasileños, incluyendo la Amazonía, la Caatinga, el Pampa y el Pantanal, con la meta de convertir pasturas degradadas en tierras cultivables con un costo estimado de 3.000 dólares por hectárea.

El plan, denominado Caminho Verde Brasil, ofrece a los productores acceso a líneas de crédito con tasas de interés reducidas, condicionadas al cumplimiento de criterios de sostenibilidad y presentación anual de balances de carbono. La idea es transformar los pastos degradados en sistemas productivos de alimentos y biocombustibles sin deforestar nuevas áreas, aprovechando unas 82 millones de hectáreas de tierras actualmente deterioradas.

China se perfila como socio estratégico en la inversión y tecnología. Los capitales chinos podrían ingresar mediante participación accionaria en propiedades brasileñas o acuerdos de financiación reembolsables con parte de la producción agrícola como retorno. Empresas estatales o vinculadas al Estado chino, como COFCO, ya participan en trazabilidad de soja y podrían expandir su presencia en producción de maíz, soja y algodón en Brasil. Además, se desarrollan iniciativas conjuntas en mecanización agrícola y tecnologías de agricultura de precisión.

El programa, que ya generó subastas piloto en 2025 bajo el esquema Eco Invest Brasil, tiene un horizonte financiero total que podría superar los 100.000 millones de dólares para la conversión de las 40 millones de hectáreas, lo que refleja la magnitud del desafío técnico, logístico y social.

Expertos advierten que, aunque la iniciativa promete expandir la producción agrícola sin deforestación, existen riesgos vinculados a la soberanía de la tierra, la concentración de la propiedad y la dependencia de China como principal comprador de productos agrícolas brasileños -actualmente, más del 70% de la soja brasileña exportada tiene como destino China.

El gobierno brasileño insiste en que el programa permitirá fortalecer la agricultura sostenible, mejorar la productividad y generar empleo en zonas rurales, mientras China asegura suministro estable de materias primas estratégicas, en un contexto de creciente interdependencia económica.

Con esta estrategia, Brasil busca combinar recuperación ambiental, expansión agrícola y apertura a capitales extranjeros, planteando un modelo que podría transformar la agricultura del país en la próxima década.

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