Alarmante pérdida de poder adquisitivo

En términos de mercado nada está escrito en piedra. Las cosas pueden cambiar, y mucho, incluso dentro de una misma jornada de operaciones en cualquier Bolsa del planeta. Aclarado el punto, las tendencias de precios en soja y maíz no parecen ser las mejores, especialmente en el caso de la oleaginosa.

En cualquier tiempo que fuere nuestra referencia es el mercado de Chicago, íntimamente vinculado con la situación política y económica de Estados Unidos, aunque con un ojo puesto en el resto de las regiones productivas del mundo. Y en el país de las barras y las estrellas están pasando cosas, la más impactante de todas ellas es desde luego la victoria de Donald Trump y los coletazos vinculados con sus primeros comentarios y designaciones.

Al respecto, nada de lo conocido la última semana juega a favor de los precios granarios. El primer efecto visible recae en un dólar inusitadamente fuerte frente a una canasta de monedas. Salvo el peso argentino y algún otro caso particular, las restantes monedas padecen este escenario. A ciencia cierta, no son muchos los gobiernos que se quejan de esta coyuntura. Es que a más de uno la situación le resulta conveniente para potenciar sus exportaciones.

Los fundamentos de este dólar que no se cansa de sacar músculos tienen que ver con el nuevo presidente. Se sospecha que Trump irá por tarifas elevadas para los productos importados y cumplirá con la deportación de mano de obra barata. Se entiende que es una postura inflacionaria, que llevará a la Reserva Federal a poner un freno en su recorte de tasas.

En la enumeración de contratiempos sigue la muy probable guerra de tarifas que Trump emprendería contra China y en menor medida contra otras naciones del mundo, por caso México, que muy probablemente han de repercutir de manera negativa en los precios de soja y maíz en Chicago.

Por último, la designación de Lee Zeldin en la Agencia de Protección Ambiental, clave para el futuro de los biocombustibles, despierta temores y deprime precios. Ni Trump ni Zeldin son amantes de este tipo de carburantes. Se cree que no van a perjudicarlos abiertamente, pero el viento de cola que los ha acompañado desde el Estado en los últimos años va a soplar mucho menos.

Estas posibles complicaciones llegan cuando soja y maíz enfrentan una gran oferta en Estados Unidos y probablemente un volumen tanto o más abultado que saldrá al mercado desde Sudamérica, lo último que desean ver los precios si pretenden ir hacia arriba.

A este escenario externo, la Argentina le ha venido agregando en los últimos años algunos condimentos adicionales para complicar un poco más el panorama. La Bolsa de Comercio de Rosario advierte que con precios domésticos ajustados por inflación en mínimos de 4 y 5 años para maíz y soja, respectivamente, sumados a márgenes apretados para la nueva cosecha, la comercialización de ambos granos muestra escaso dinamismo.

Los precios de los granos gruesos vienen barranca abajo medidos en términos constantes. Así, desde un máximo de más de una década alcanzado a mediados de diciembre pasado, el poder adquisitivo de una tonelada de soja se desplomó 60% y se ubica en mínimos desde julio de 2019.

El caso del maíz es similar. En diciembre pasado, alcanzó un máximo de más de una década en términos constantes, para luego caer 56% hasta la fecha. A finales de julio, el poder de compra de una tonelada de maíz había tocado mínimos desde febrero de 2018. En los últimos meses, este valor se ha mantenido lateralizando y muestra una leve mejora de poco más del 5%, con lo cual ahora se ubica en mínimos desde junio de 2020.

De cara a la nueva campaña, los precios a cosecha en el mercado de futuros no presentan demasiadas perspectivas de mejora. El valor de la soja con entrega en mayo ha estado cayendo en las últimas semanas, mientras que el maíz, tanto para abril como para julio, se ha mantenido oscilando en un rango de 2 dólares por tonelada.

Para la BCR, todo este escenario es responsable de la modesta dinámica comercial que se observa en el mercado físico. Según los datos de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, al pasado 6 de noviembre se llevaban comercializadas 32,1 millones de toneladas de soja de la campaña actual, lo que representa un 64,2% de la producción, quedando más de 8 puntos porcentuales (p.p.) detrás del avance promedio de las 5 campañas previas. De la oleaginosa de la nueva cosecha solo se negociaron 1,7 millones de toneladas, es decir apenas el 3,2% de la producción estimada, unos 5 p.p. por detrás del promedio de los cinco últimos ciclos.

Por el lado del cereal, las compras de los sectores industrial y exportador acumulan 36,4 millones de toneladas correspondientes a la campaña actual, un 72,1% de la producción, lo que refleja un avance más lento con relación al promedio de las últimas 5 temporadas en 8 p.p. En el caso de nueva campaña, las operaciones suman 2,6 millones de toneladas, solo un 5,1% de la producción, mientras que en los últimos años, en promedio, ya se había negociado más del 17% a igual fecha.

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